El aprendizaje del
ajedrez presenta beneficios en todas las edades debido a que reúne
características tales que favorece el ejercicio y desarrollo de las aptitudes
mentales: concentración de la atención, memoria (asociativa, cognitiva,
selectiva, visual), abstracción, razonamiento y coordinación son sólo
algunas de ellas.
Paralelamente, la formación
del pensamiento científico es un requisito indispensable del mundo
contemporáneo. El ajedrez puede convertirse en un eficaz colaborador de esa
formación, aprovechando la capacidad lúdica del ser humano; implica una
constante puesta a prueba de hipótesis que deberá verificar o descartar; supone
la aplicación de estrategias en función de un objetivo a alcanzar; adquirir la
experiencia directa de la relación medios-fines.
Se trata de un
juego-ciencia que fomenta los aspectos intelectuales y recreativos de aquellos
que lo practican, al tiempo que brinda un marco adecuado para la socialización
y para la incorporación de pautas y respeto de normas.